Prosa del mundo

Augusto Serrano López

sapiens está en problemas

        

SAPIENS  ESTÁ  EN  PROBLEMAS

 

Augusto Serrano López

 

 

No parece  arriesgado aseverar que estamos viviendo un momento histórico en el que relaciones sociales planetarias están determinando el presente y el futuro de todos y no todas para bien. Tales relaciones saltan a la vista de todos a través de los medios de comunicación y se reconocen como desempleo estructural mundial, como precarización del empleo existente, como desigualdad social, como desnacionalización, como deterioro del medio ambiente,  desertización, agotamiento de recursos naturales, cambio climático y como incertidumbre frente al futuro de la vida sobre la Tierra.

Hasta aquí hemos llegado. No se puede decir que esto haya sido planificado por algún consejo mundial de sabios. Así nos ha salido, podríamos decir.

Y esto  no viene de tan lejos. Porque esta forma de reproducción de las condiciones de vida tiene poco más de tres siglos de existencia y no en todo el mundo, porque se ha universalizado apenas hace siglo y medio.

La historia humana que podemos constatar con bastante fiabilidad científica tampoco es tan larga, apenas 10.000 años, si se tiene en cuenta que la andadura del Sapiens por la Tierra  comenzó hace más de 200.000 años.

Se tiene registros de casi todas las culturas de las formas de reproducción que las mantuvo con vida y aún les permitió superar momentos de sumo riesgo, por más que se encuentren notables diferencias entre ellas, como por ejemplo entre la Europa medieval y la China  coetánea del siglo XIII, pero en ninguna parte de la Tierra se dio antes del siglo XVI lo que se inició en  Inglaterra por esas fechas: lo que se ha denominado como la “Acumulación Originaria del Capital”. Aquel momento en el que comienzan a enfrentarse como efectos del mismo movimiento obreros libres por un lado (legalmente libres, al haber sido arrojados de la sujeción feudal en las tierras que trabajaban,  “libres” también, esto es, sin nada más haberes que su fuerza de trabajo) y capital acumulado en pocas manos (fruto del mismo acto, esto es, del cercado de esos campos de labranza para la cría de ganado y la producción de lana):  «El mismo proceso, que ha separado a una multitud de individuos… de sus relaciones tradicionales, afirmativas, con las condiciones objetivas del trabajo, que ha negado estas relaciones y ha convertido con ello a estos individuos en trabajadores libres, el mismo proceso ha liberado estas condiciones objetivas del trabajo – tierra, materia prima, medios de subsistencia, instrumento de trabajo, dinero o todos juntos– potencialmente, de ser vinculación tradicional a los individuos de los que ahora están separados. Ellos existen, pero existen de otra forma; existen como fondos libres en los que han sido canceladas todas las antiguas relaciones políticas, etc. y que sólo se enfrentan a aquellos individuos separados de toda propiedad en la forma de valores, de valores existentes por sí mismos…El proceso histórico consiste en la separación  de elementos que hasta el momento estaban unidos».[1]

Nace, pues, el capitalismo cuyo     «motivo propulsor y la finalidad determinante del proceso de producción capitalista son, ante todo, obtener la mayor valorización posible del capital, es decir, hacer que rinda la mayor plusvalía posible, y que, por tanto, el capitalista pueda explotar con la mayor intensidad posible la fuerza de trabajo».[2] Sistema que pronto va a prender en gran parte del planeta y va a ir imponiendo su ley, en la medida en la que ese mismo capitalismo que había nacido de relaciones feudales no apropiadas,  va generando sus propios supuestos y absorbe poco a poco las relaciones sociales determinantes.

Por lo que hoy tenemos, parece que, en menos de tres siglos lo ha conseguido. Porque, si analizamos los cambios que se ha dado en este corto tiempo en la producción, la distribución, el cambio y el consumo, el capitalismo parece haber generado a su medida: las fuentes de energía apropiadas, la tecnología apropiada, el tiempo apropiado, el espacio apropiado, las estructuras estatales apropiadas, las estructuras jurídicas apropiadas, la ciencia apropiada, la ideología apropiada y las formas de comunicación apropiadas.[3]

         Ahí estamos, como si ahí nos hubiesen arrojado. Somos, y lo es la actual situación, fruto de unos modos de vida que parecen haber cobrado vida propia sobre todos nosotros y actuaran sin pedir permiso. Hemos desatado fuerzas que, por los efectos de las mismas, parece que no dominamos.

         Estamos en una fase del capitalismo en el que éste ha generado hasta tal punto sus propios supuestos, “se ha puesto sobre sus pies” y ha subordinado a su ley tantas y tan importantes relaciones  que ha logrado convertir al planeta entero con toda su variedad y riqueza ( tierras, aguas, aires, flora y fauna, subsuelo y atmósfera) en recurso ( todo puede ser insumo) y a la humanidad en su conjunto en ejército laboral de reserva (absolutamente disponible, en tanto la mediación científico-tecnológica que también se  ha apropiado, le permite determinar los procesos laborales, su forma, su ritmo y su cuantía) , de donde se deriva tanto el deterioro ambiental y el cambio climático, por un lado, cuanto  la precariedad laboral y la desigualdad social por otro; fenómenos concomitantes y mutuamente dependientes que son ambos el resultado de esta forma concreta de reproducción de las condiciones de existencia cuya orientación es la competencia mundial del mercado y la meta es la máxima valorización posible del capital, la ganancia.

Pero todo esto que parece y es el FAKTUM de nuestro tiempo,  tiene una dimensión que sorprende y asombra cuando nos tomamos unos momentos de tiempo para reflexionar sobre ello.

Está calando en nosotros como si fuese necesario. Tan necesario, que aparece cada propuesta de cambio como posible catástrofe. Quien se atreva a cuestionar la producción de armas, se va a encontrar con el levantamiento de los que temen perder su empleo. El empleo, nada menos que en tiempos de desempleo estructural mundial y de empleo precario y quizás por ello, puede aparecer como índice de lo que se puede y de lo que no se puede, de lo que se debe y no se debe. Descubrir que España está vendiendo armas a Arabia Saudí con las que se masacra a la población yemení y tratar de paralizarla en nombre del humanismo, levanta la amenaza de aquel país de romper el contrato de construcción de barcos, el consecuente cierre de astilleros y el despido de miles de trabajadores que, antes de que eso suceda se irán a la huelga obligando al gobierno a vender esas armas. En nombre de la generación de empleo se proponen proyectos (y se realizan) que causan males sociales de largo y amplio alcance (canal interoceánico en Nicaragua, represas en India y Centroamérica, depósitos de residuos radiactivos, etc.). ¿Percibimos lo que bajo la oferta de empleo se puede conseguir en estos días? ¿Imaginamos esto hace 40 años, cuando sobraba oferta de empleo; cuando había puertos donde se negaban a descargar barcos que traían mercancía producidas por niños o cuando se trataba del mercado de armas?

Sabemos ya que estamos ahí, pero también sabemos que, aunque esto ni es necesario ni es conveniente, será muy difícil, si no de de eliminar, al menos de reorientar, porque el sistema capitalista se ha instalado en el mismo sistema del Estado democrático de derecho (en parte también obra suya) y ahí se ha consignado como forma legal, legítima y conveniente: como principio constitucional (Constitución española):

Art. 38: Se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general, y, en su caso, de la planificación.

¿Cuáles son “las exigencias de la economía general”, cuando el Estado ha de garantizar y proteger nada menos que “la defensa de la productividad”? Porque libertad de empresa en el marco de la economía de mercado es el reino de  la ley del valor  donde reina la ley del más fuerte y, si el Estado ha de proteger a la empresa privada, quiere decir que el Estado ha de salir garante de las posibles pérdidas de la empresa privada, aunque en ningún caso está garantizado que el Estado ha de beneficiarse también de las ganancias. De modo que en esta ley la empresa privada cubre su actividad doblemente: en tanto  se siente con derecho a la ayuda pública  (toda vez que la empresa se presenta ante el Estado como sujeto individual con derechos de ciudadanía) y, a la vez, se siente protegida en caso de que en la competencia libre del mercado le haya ido mal. Luego tratan de justificar el expolio que hacen de lo público como rescate: al llevarse los fondos públicos, dicen estar beneficiando a la sociedad en su conjunto, pues, en lugar de dejar los recursos en manos del Estado que es pésimo administrador e ineficiente, la empresa privada aumenta el valor prestado que, al final se derramará como copa de champán sobre el resto de los mortales.

¡Ya quisieran los trabajadores tener una garantía parecida en caso de desempleo!

Este artículo ha de coexistir con este otro:

Art. 41: Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres.

Artículo éste que se complementa con los artículos que le siguen del 42 hasta el 52 de los que, sin forzar el sentido, se puede derivar desde la generación de la Renta Básica para todo el que la necesite y así evitar la pobreza, a la gratuidad de la enseñanza en general y la garantía de las pensiones dignas y suficientes.

Y es en esa franja donde se ha de interpretar hasta dónde es posible la coexistencia de una economía de mercado que no es “economía social de mercado” (como lo fue en Alemania de donde se copiaron muchos artículos) y lo que tal economía “libre” de mercado supone y exige para ser competitiva con este lado social asistencial que no puede depender de los altibajos de la mano invisible del mercado, porque afecta decisivamente a la vida de las personas.

Es en esta brecha donde los gobiernos de izquierda han dado su brazo a torcer y han leído siempre “la realidad”, no desde la óptica del bienestar social, sino  desde la óptica del mercado: la realidad de verdad era siempre el mercado mundial en el que había que estar (Realpolitik) para no perder el tren del progreso.

Entre los sueños de las campañas electorales y esta dura realidad con que se encontraban al llegar al poder, los sueños se desvanecieron para dar lugar a los recortes sociales, como si antes hubiesen habitado en el cosmos uranós y ahora hubiesen puesto los pies en la Tierra.

¡Ah, la dura realidad!, dice el Presidente del gobierno mientras se fuma un habano. ¡Cómo de reales se ven las cosas cuando hay que gobernar y tomar decisiones! Y buen seguidor de Marx (de Grucho Marx) puede decir a sus seguidores: “Estos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros”.

Posiblemente podamos ir entendiendo este cambio de actitud, cuando vemos dónde han ido a parar, a qué instancias han accedido después de gobernar, líderes de izquierda como Gabriel, Schroeder, Felipe González, y muchos otros, abandonando su ideología y entrando en las grandes empresas estratégicas por las puertas giratorias donde se deciden más asuntos de Estado que en las propias sesiones de gobierno.

Los goznes de esas puertas giratorias están siendo engrasados por altos montos de dinero privado, pero que muchas veces sigue siendo dinero público directo o indirecto: muchas de esas grandes empresas estratégicas públicas de la energía, de la salud, del transporte, de la seguridad y de las comunicaciones han sido vendidas y privatizadas a precio de gallo muerto.

Ninguno o casi ninguno de los grandes ex gobernantes que acceden a esas empresas como asesores son expertos en la rama en que ingresan. ¿Para qué, entonces, son llamados y premiados con tan altos puestos y salarios? ¿Qué valor agregado le dan a la empresa eléctrica si no saben distinguir entre polo positivo y negativo? Porque, además de que, en general, son personajes no muy lúcidos, con formación bastante precaria ya que se han dedicado casi de por vida a la vida del partido correspondiente y algunos son realmente mediocres, sólo disponen de “influencias” en los propios partidos y en las altas esferas de la finanzas y de las empresas a las que, durante su reinado, beneficiaron pensando en su propio futuro. De modo que, si sólo eso tienen, habrá que pensar que su fin en esos puestos consiste en mediar entre el poder del dinero y el poder político para evitar cuantos obstáculos se puedan presentar y aligerar la marcha de la especulación en la medida en la que se saltan barreras y se legaliza lo ilegalizable.

Algo que las sociedades deberían revisar son esos Reglamentos Generales que supuestamente están ahí para interpretar la Constitución y orientar la acción concreta, pero que suelen ser ámbito de inconstitucionalidad creado por quienes detentan el poder para su propio beneficio. Así los salarios que se auto-asignan, las triquiñuelas que dejan escritas para poder aumentarlos, los finiquitos a discreción sin pasar por estrictas instancias y muchas otras mercedes que les permiten conservarse “allá arriba” donde no afectan las crisis ni amenazan los despidos.

Un diputado que trataba de ganarse el único voto del partido de la oposición que impedía la aprobación de la construcción en espacio público de un campo de golf, le ofreció más de tres millones de euros por el voto y le dijo: no seas tonto: si aceptas, estarás solventando tu vida y la de tus dos próximas generaciones.    Muchas veces la corrupción nace amparada en la maraña de los discurso leguleyos, esa “letra pequeña”  enrevesada y vendida como si fuese científica, pero que no lo es, donde más tarde puede esconderse el ladrón (no el pequeño ladrón) con la ayuda de abogados expertos en el encubrimiento, en la desautorización y, ante todo, conocedores de las incoherencias y deficiencias de los códigos legales y de sus prácticas.

De nuevo, el dinero, cuando es abundante, libra de dificultades cualquier  camino. Pero ha de ser abundante. Por eso, si robas, roba mucho, para pagar al mejor abogado y así, además de no ingresar a la cárcel, te quedará bastante para tener un futuro sin estrecheces.  Porque, amigo, si robas poco, con seguridad no sólo irás a la cárcel, sino que tendrás que entregar lo poco robado.

Ya se lo aclaró a todos los españoles Rodrigo Rato exministro de Hacienda, expresidente del FMI y expresidente de Bankia al despedirse de la comisión del Congreso que le acusaba por robo a las arcas públicas:

         «¿Esto es un saqueo? No, es el mercado, amigo»[4]

 

San Juan, 8 de octubre de 2018

 

[1] Marx, K.:Grundrisse. vol.I. Grijalbo, Barcelona 1977; págs. 456-457.

[2]Marx, C.: El Capital.  Vol.I FCE. México 1873; pág.267.

[3] “-  La fuente de energía apropiada: el paso de la madera a los combustibles fósiles como fuente de energía y poco después a la energía eléctrica y a la nuclear;

–       La tecnología apropiada: la sustitución de la fuerza de tracción animal y la del viento por la máquina de vapor, la máquina de hilar de John Wyatt– la famosa «Jenny», pasando por la organización de la producción fordista hasta la organización «toyota» de la producción en U y de los cinco ceros.

–       El espacio apropiado: la superación del territorio nacional para dar paso a la expansión de capitales con la fase imperialista  y, por fin, con la globalización planetaria de la economía.

–       El tiempo apropiado: al lograr, mediante las nuevas redes y formas de comunicación, la reducción del tiempo  (el «tiempo cero») para los negocios.

–       Las estructuras estatales apropiadas: la economía capitalista entendida como asunto de los Estados nacionales nacientes que han de competir con otros Estados, como se trasluce ya en La Riqueza de las naciones» de A. Smith.

–       Las estructuras jurídicas apropiadas: leyes contra la vagancia, interiorización de la disciplina laboral de la que habla M–Weber, seguridad jurídica en los contratos y prestaciones y en las gestiones de la banca.

–       La fuerza de trabajo apropiada: yendo desde el trabajador que se ha visto forzado a interiorizar la disciplina laboral y se subordina a la máquina, hasta el obrero que, «subsumido» y cosificado hasta límites insospechados, se puede definir hoy tranquilamente como «capital humano».

–       La ciencia apropiada: ciencia que comienza siendo Economía Nacional, sigue como Economía Política, pasando por el abandono del lado político de la economía después del susto de la Comuna de París, para terminar como Econometría matemática (tanto micro como macroeconomía) al servicio del capital.

–       La ideología apropiada: el neopositivismo triunfante en las ciencias y en la econometría hizo lo suyo para por fin redondear el piso ideológico adecuado como neoliberalismo: había que negar las alternativas, cerrar el pensamiento al futuro, a lo posible, a la política, al Estado, a lo ecológico, a todo lo que pudiera entorpecer el libre curso de la acumulación por la acumulación en la lucha por la competencia mundial (Escuela de Chicago)”( Serrano López, A./ Stein Heinemann, A.: Re-construyendo la ciudad. UA. Alicante 2018; págs..139-141- en prensa)

 

 

[4] En un pasaje de El Capital, Marx advierte que contra la superficial idea que se tiene acerca del capitalismo como imitador del reino animal (la ley del más fuerte y la supervivencia de los que saben adaptarse), es al revés: fue Darwin quien usó el naciente capitalismo industrial inglés como modelo para explicarse la evolución de las especies. Práctica, por otro lado, diríamos que normal, pues es lo que el ser humano ha venido haciendo desde que hay memoria histórica (véanse, entre otros, E. Topitsch, Gomperz, H.A.Franfort y W. Jäger): usar las estructuras sociales de cada momento histórico como modelo para explicarse el mundo no humano. Es la  pasarela metafórica (diría Ortega y Gasset) a la que ha de referirse siempre para tratar de explicar lo lejano y extraño, por lo cercano y familiar.

 

12 octubre 2018 Posted by | Uncategorized | Deja un comentario